Vistas de página en total

Entradas populares

sábado, 5 de julio de 2014


"Hoy no me busco. No quiero. Porque cada salida lleva a un laberinto nuevo. Prefiero perderme cada día. 

Indagar a veces lleva a aclarar, a ver más de mi. 
Es la duda la que acelera. 

Conocerse es, en cierto modo, dejar de vivir".

FOTOGRAFÍA Y TEXTO: ROCÍO HELI

Somos uno.
Ha visto y oído lo mismo que yo. 
Captado y guardado en la memoria cada instante de lo que fui y lo que soy. 
Ha borrado la imagen para los demás , sin lograr hacerlo en mi recuerdo. 
Somos lo irrepetible. 
Uno emana y otro capta. Y entonces creamos.
Venimos de ese lugar llamado Unión.
Rocío HeLi

domingo, 6 de junio de 2010

jueves, 3 de junio de 2010

Ensayo "Maldita Eva"
























































MALDITA EVA

Durante los nueve meses que duró su estancia en el seno de su madre todos se habían encargado de que los leves sonidos que acaso llegaran a ella fueran como música armónica que hiciera la estancia más agradable. La que la mantuvo en su vientre se encargó de hablar con ella cada día desde que se enteró de la noticia. Solía acariciar su vientre cuando por las seis últimas rendijas de su vieja persiana entraban chirriando los rayos de sol. Pensaba que eso le calmaría y le haría notar que seguía con ella. Iba a ser la primera, y eso provocaba en su madre un instinto de protección difícil de llevar a veces. Todas las mañanas se colocaba su bata roja pensando en el día que llegara el mundo. Estaría rodeada de gente, sin embargo afrontaría la responsabilidad de su aparición ella sola.
Fuera de ese caparazón de piel le esperan cientos de abrazos de los que se convertirían en la base de su educación y quizás de su carácter. Uno de esos pilares iba a ser su padre. Él era un hombre entregado al trabajo. La docencia había sido su vocación desde poco después de entrar en el que fue su colegio, aún por aquel entonces bañados de símbolos religiosos y conductas cerradas que hacían de los niños máquinas de reproducción de palabras con cerebros absentos de imaginación y carácter homogéneo. Por su puesto, el que sería su padre no había escogido esta profesión por todo lo que vio a lo largo de su infancia, sino por todo lo que no vio. Él soñaba con ver de cerca los ríos de los que tanto hablaba aquel maestro suyo serio y de bigote frondoso y despeinado; se imaginaba un aula llena de niños y niñas encandilados con sus lecciones de vida en una clase llena de color y cultura. Y eso mismo hizo en cuanto comenzó su trabajo en una pedanía cercana al pueblo donde ella se convertiría en una mujer. Era un gran aficionado a la lectura. Podía pasarse tres horas seguidas leyendo novelas históricas, absorbiendo cada dato que en ellas se narraba. Para él, ese pedazo de Historia era un tesoro de palabras.
Por su gran afición al mundo de las letras había decidido ir creando una pequeña biblioteca para cuando su hija comenzara a mostrar curiosidad por el mundo que le rodea y quisiera conocer cada rincón desde sus sentidos.
De entre las obras escogidas se encontraban los clásicas de princesas y dragones, de seres fantásticos, de animales con cualidades humanas capaces de transmitir valores y actitudes que a veces ni los mismos humanos pueden hacer llegar con sus actos…Pensaba dejar en las tres baldas de abajo su gran biblioteca de madera huecos para que ella misma los completara con historias escogidas.
Al llegar a casa siempre se aseguraba de que su mujer no sufriera ninguna molestia y todo transcurriera con normalidad.
A penas faltaba una semana cuando el tema del nombre volvió a salir. Pese a haber decidido esperar a ver el rostro de su pequeña para poder otorgarle un nombre que para ambos resumiera cada gesto, cada lunar, y cada pedacito de su frágil cuerpo, no podían resistir barajar posibilidades. Por lo pronto “la niña” era como todos la llamaban.
Esa noche habían estado viendo la tele hasta las once y cuarta de la noche. Bastante temprano sobre todo para su madre que acostumbraba a ver todo tipo de películas hasta altas horas de la madrugada. Pero sentía cierto malestar y decidió reposar para evitar un empeoramiento. Ya tumbada en su cama notaba como su temperatura corporal iba subiendo cada vez más y su corazón latía a una velocidad poco habitual. En seguida comenzaron los dolores abdominales que se repetían de forma cada vez más intensa. El marido, al ver que no era una falsa alarma como otra veces saltó de la cama y cogió la primera camisa que sobresalía de su armario, se abrochó los botones como pudo, dejando ojales desparejados. Abrigó a su esposa con una ancha rebeca de lana para cubrir su tripa y tomó su mano nervioso para llevarla al hospital. El viaje de apenas 10 minutos se hizo eterno, el miedo se mezclaba con la ilusión de saber que su niña estaba a punto de darse a conocer al mundo e iba a poder vivir una vida plena y feliz. O al menos eso esperaban ellos.
Aparcó de un volantazo en mitad de la línea que marcaba el estacionamiento. Salió despavorido del coche y ayudó a su mujer a caminar hasta la puerta de urgencias. Fue atendida inmediatamente por dos enfermeras que no tardaran en darse cuenta que una nueva vida estaba reclamanda en ese justo momento que derecho a ser libre y estar afuera como el resto.
Mientras en la sala de espera su padre esperaba impaciente el momento de tenerla en sus brazos. Detrás de la puerta su mujer sufría delirios de dolor mezclados con una inmensa fuerza que le permitía seguir despierta, empujando para poder dar alas a su mayor deseo, el de ver a su hija gozar de una vida plena a su lado.
Una tres horas después de aquello se encontró con que el fruto de su vientre esta reposando inquieta en su pecho, como intentando reclamar el silencio del cual había disfrutado durante casi nueve meses. Los médicos avisaron al padre que no pudo contener su emoción al ver la imagen. Se sentó al lado de ambas y mirando fijamente a los ojos cansadas de su mujer pregunto:
- ¿Has decidido su nombre ya?
- Lo hemos decidido, si. El nombre que barajamos tantos días es el perfecto. Se llamará Eva.
Eva desde el sentido religioso, significa la que da vida. Parece que ya desde la supuesta divinidad celestial se nos había otorgado el don de dar la vida al ser humano. Pero lejos de poseer ventajas la mujer a lo largo de la historia ha debido superar muros y barreras que le impedían desligarse de Adán, al cual le debía una vida de sacrificio por ser el donador de su costilla.
Eva fue recibida en casa por sus abuelos con la mayor de las sonrisas. La primera hija y la primera nieta…El sentimiento de protección hacia la pequeña se hacía palpable en todas las personas que formarían parte de su vida de mujer. Sin querer estaban convirtiéndola en un ser vulnerable que requería de atención y cuidados de otros. Se hacía más pequeña aun si cabe en los brazos de sus cuidadores.
El miedo a que Eva pudiera sufrir algún daño, a que pasara algo que se escaparan de su alcance y que pudiera dañar a su pequeña hacia actuar a ambos casi inconscientemente de manera sobreprotectora hacia su hija. Todos querían lo mejor para Eva, sin embargo con cada acto iban forjando una personalidad estándar, un tanto estereotipada y llena de detalles que escondían cierto carácter sumiso o de retraimiento hacia ciertas conductas. Algo normal en aquel entonces, nada descabellado a los ojos de los que la rodeaban.
Cuando Eva cumplió un año, su padre le regaló un cuento que ocuparía un lugar privilegiado en “el estante de Eva”. Era un clásico de la literatura infantil que cualquier niña deseaba tener en su colección: Blancanieves. Como todos conocemos, era una pobre niña huérfana, la cual solo tenía como referente familiar a una malvada bruja que pese a haber sufrido también la pérdida del padre de Blancanieves poco le importaba, ya que había heredado un magnifico palacio donde poder hacer la vida imposible a la muchacha con total libertad. La joven soñaba con enamorarse e irse de allí para siempre. Y Parecía que su huída no podía ser de otra forma que en los brazos de un protector en forma de príncipe que la sacara de allí. Mientras tanto, disfrutaba cantando y bailando mientras limpiaba.
En su tercer cumpleaños el estante de Eva se había convertido en un hervidero de connotaciones sexistas. De cuentos de hadas, de príncipes, de princesas, de sapos y de brujas. De colores rosas y azules que distinguen al hombre de la mujer. Tonos pastel que convierten en dulce una supuesta historia de amor de esas que llaman “de verdad”. A su balda de historias se fueron sumando La Bella Durmiente, Cenicienta, La Bella y la Bestia…Pese a parecer historias elegidas al azar todas parecían tener algo en común: La maldición de Eva. Hoy día se piensa que cada mujer lleva una reina en su interior. Sin embargo, muchas se encogen cuando se enamoran, se empequeñecen ante el hombre al que aman. La auténtica liberación femenina aún no ha tenido lugar. Porque la maldición de Eva sigue pesando sobre las mujeres. Una maldición que las hace seguir actuando como si en verdad fuesen seres de menor rango, ilusoria dignidad y perturbada razón.
A nuestra Eva le encantaban los finales felices. Esos de fueron felices y comieron perdices. Ella entendió que casarse siempre resultaba ser un camino de rosas…De hecho, sus padres eran felices estando juntos cada día. Era demasiado pequeña para obviar las espinas del camino.
En su primer día de colegio Eva se sentía muy desprotegida. Arrancarla de los brazos de su madre fue todo un trauma para ambas. Era tan cómodo y fácil que otro te protegiera de los peligros…salió al patio como si sus pies pesaran toneladas, con los ojos mirando al suelo como si en un despiste pudiera caerse y mancharse su vestido nuevo. Miraba a su alrededor y quería jugar como lo hacían los demás, pero cierto miedo a ser rechazada le impedía interactuar. El miedo fue desapareciendo a medida que sus compañeros, sobre niñas, la incitaron a unirse a los juegos. Algunas se unían en corro para cantar canciones acerca de las tareas del hogar. Otros días preferían jugar a correr, simulando que tenían alas de hada, y tocar a un príncipe que por allí estuviera para convertirlo (aunque él no lo supiera) en su elegido.
Cuando comenzó su Primaria Eva apuntaba maneras de niña bastante inteligente. Su facilidad para cualquier materia hacía las delicias de sus maestros. Recibía halagos por el trabajo bien hecho y por su carácter, responsable y maduro para su edad. No se había convertido en una niña presumida y resabiada. Al revés. Pese a sus 12 años, se exigía en sus tareas más de lo que incluso sus padres podían llegar a hacerlo. Seguía siendo una niña tímida que juagaba a enamorarse a escondidas. Cuando llegaba a casa llenaba las hojas de su diario con secretos que solo ella conocía. Solía adornar sus libretas con corazones rojos y siluetas esbeltas de muñecas pintadas con un lápiz de dibujo que permitía hacer sombras.
Otro cambio más en la vida de Eva fue su llegada al instituto. Su primer curso permitió que su carácter fuera algo más abierto. Conoció a nuevas amigas y también a nuevos chicos. En especial hubo uno que llamó su atención. No sólo la suya, sino la de muchas más que miraban al chico como un trofeo que solo podría quedarse la ganadora de su corazón. Él por su parte aprovechaba su carisma y su simpatía para coquetear con alguna, entre ellas Eva. Como era de esperar, sufrió aquí su primer desengaño convertido en melodrama rosa. Su proyecto de príncipe se había quedado en rana (más bien renacuajo) cuando descubrió que era una más del montón. Una opción entre tantas. Mientras que él jugaba a enamorar, ella había diseñado una historia perfecta con final feliz como el de los cuentos de su estantería, en la cual ahora también cabían novelas adolescentes de temáticas muy parecidas.
Después de su primera experiencia Eva decidió que no valía la pena seguir luchando por un amor imposible, aunque en el fondo, deseaba enamorarse de un príncipe azul de esos que no destiñen con el tiempo. A los dieciséis años esto era difícil. En plena adolescencia superar una frustración resultaba duro, sobre todo para una persona tan frágil como Eva, la cual vivía sus historias muy intensamente.
Enfundada en su traje de víctima emocional fue adquiriendo una actitud débil frente al hombre. De miedo al rechazo y sentimiento de inferioridad ante otros y otras.
Cuando comenzó su carrera universitaria empezó a sentirse libre, pero solo aparentemente. Decidió vivir al día y prestar menos atención a las responsabilidades. Dejarse llevar por la noche y por las gotas de alcohol. Presumía de tener ahora una libertad que nadie podía arrebatarle. Pero en el fondo confiaba en que algún caballero acudiera en su búsqueda. Y cuando más perdida emocionalmente estaba entró en su vida un supuesto caballero que logró el corazón de Eva. Cuando acabó su carrera de Derecho consiguió un trabajo en un importante buffete de abogados. Sus maravillosas notas se lo permitieron.
Lo que comenzó como un cuento de hadas fue con el paso de los años convirtiéndose en una cárcel vital. Comenzaron los consejos en forma de obligación acerca de cómo debía vestir para no parecer una cualquiera. Ella llegó a creérselo hasta el punto de pedir consejo a cada paso que daba. Sus amigas intentaban que abriera los ojos antes de que fuera tarde, pero ella achacaba su cambio de actitud a una elección personal. No le apetecía arreglarse, no hacía falta pintarse, nunca tenía tiempo para salir, estaba demasiado ocupada con temas del trabajo. Asumió una actitud que le hizo desvincularse incluso de sus padres, lo cuales no dejaban de sorprenderse por el cambio de actitud de su hija. Pero ella siempre lo negaba. Intentaba restarle importancia a todo lo que pasaba. Estaba tan convencida de que solo eran manías de lo que nunca se percató fue de su dependencia emocional y su falta libertad. Seguía sin tener constancia de las ventajas que su compañero tenía sobre ella. Eva nació de la costilla de Adán pero de esos ya hacían unos cuantos siglos. No tenía que estar condenada a la inferioridad ni a una maldición ancestral No hay nada tan productivo como ser uno mismo. Nada más fantástico que mostrarle al mundo cómo somos al asumir nuestra identidad, dignidad e integridad.
Pero no era esa la parte de la realidad que quería ver. Había soñado tantas veces con comer perdices que no podía evitar perdonarle con cada discusión acalorada que tenían. En cada una de ellas se iba haciendo más sumisa y vulnerable al maltrato psicológico que ejercía sobre ella.
Y cada vez era más común escuchar que no valía para nada. Que no debería tener un trabajo superior al suyo, que no podía ir por ahí sola como si fuera una buscona.
El maltrato verbal se hacía cada vez más fuerte. La ausencia de respeto de su pareja se convirtió en una rutina, hasta el punto de que una noche Eva decidió poner fin a su relación. Sucedió después de que hubiera estado tomando café con una amiga de la infancia. Ante su petición de verse aceptó con cierto miedo a ser descubierta y así fue. Cuando llegó a casa él estaba allí. Sintió como su pulso se disparaba, sus piernas temblaban como consecuencia del miedo a su respuesta. Y cuando decidió acercarse a darle un beso, tan solo recibió una bofetada. Lejos de adoptar una actitud defensa se sentía desprotegida. Alejada de los que la cuidaron de verdad. Sola. Y sólo supo pedir perdón, aunque algo en su interior le tirara de la lengua porque sabía que no había hecho nada descabellado para merecerse una respuesta tan injusta de aquel. No pudo dormir en toda la noche pensando en lo que acababa de pasar. Pese a haberle pedido perdón por su respuesta su pareja intentaba justificarse explicándole que lo había hecho por su bien. Pero Eva estaba comenzando a ver una pequeña luz al final del túnel.
No era esto lo que siempre había soñado. No quería una falsa luna de miel cada vez que discutían. No quería recaídas emocionales que le anularan al corazón. Ni angustias vitales que le impidieran desarrollarse como persona. Entonces recordó a sus padres. Siempre se había sentido protegida, y quizás lo habían hecho para evitar que un extraño le hiciera daño. Y precisamente eso es lo que no había conseguido.
Sin pensárselo demasiado abrió una bolsa de viaje que guardaba en lo alto de uno de sus armarios, y sin hacer ruido metió dentro un par de mudas de ropa, su documentación y algún objeto personal y se fue de casa sigilosa y con miedo, pero con ganas de dejar atrás todos los insultos, desprecios, gritos y piedras verbales que había lanzado sobre ella sin ningún pudor durante muchos meses. El final feliz estaba a punto de llegar pero sin perdices, sin príncipes azules que destiñen, ni en los brazos de ningún caballero. Este iba a ser el final de un cuento de sumisión y el principio de la historia de la vida de la auténtica Eva.
Con ayuda, no solo de su vínculo cercana, sino también profesional, se dio cuenta de que había caído en uan espiral sin retorno. Incluso había visto normal su comportamiento. Ella vio la luz a tiempo, pero muchas mujeres siguen con sus parejas porque han adquirido un rol en sus vidas del cual creen que es difícil de desprenderse. Las mujeres deben mostrarle al mundo que se puede tener dignidad, amar y ser amada sin necesidad de pasar por calvarios o humillaciones sentimentales o sociales. Es una labor de equipo, porque sólo si unimos nuestros esfuerzos y nuestras almas humanas podremos darle a la humanidad la esperanza de un mundo donde reine la verdadera igualdad. Algún día cesaran las guerras. Algún día no habrá hombres que maltraten a las mujeres. Algún día no habrá mujeres que se humillen a si mismas en pro de cazar un marido o tener novio. Algún día las mujeres dejarán de contarse milongas sentimentaloides. Algún día hombres y mujeres entenderán que el alma no juega en bolsa, que la dignidad no es patrimonio de ningún género, que no hay superiores ni inferiores; sólo seres en diferentes puntos de la evolución espiritual. Se puede tener el traje de mujer (o sea, ser del género femenino) y ser tan válida y tan capaz de alcanzar la meta que te propongas como si llevaras un traje de hombre.
Cuando la bella durmiente despertó del letargo en pleno siglo XXI se quedó asombrada por las constantes imágenes que debía seguir aguantando. Creía que la sociedad habría evolucionado y podría vivir en la equidad con su salvador. Pero vio a mujeres perdidas emocionalmente, anuncios cuya protagonista estaba preocupada por las manchas de grasa de su cocina. Niñas que jugaban a ser mayores para ganarse al más guapo de la clase, e historias de sumisión y miedo que acababan con un final bastante crudo narrado en los telediarios.
El mito de Eva y muchos de los cuentos que han estado presentes en nuestras vidas con un claro ejemplo de la subordinación que ha sufrido el género femenino con bastantes consecuencias. El cuento de hadas está estereotipado en los atributos de personajes femeninos y masculinos, las acciones, los rasgos emocionales que se le atribuyen, así por ejemplo, ellas siempre esperan, cosen, limpian, lloran…y ellos luchan, salvan, rescatan, viajan…El poder del personaje femenino mágico radica precisamente en su magia otorgada por algo o alguien, sin embargo, el poder del personaje masculino radica en su poder o en la avaricia. Finales que representan la forma más perfecta de existencia deseada: casarse, con el príncipe o princesa y convertirse en rey o reina. Los varones se describen por su valentía o cobardía, astucia, agresividad, eficacia y por sus trabajos o por sus situaciones de poder, y las niñas y mujeres se describen como bonitas, dulces, delicadas, pobres, ingenuas, intelectuales, torpes, intiutivas…
Entre estos estereotipos, el más usado, y quizás el más peligroso en la formación de la identidad de género, tanto para el hombre como para la mujer, es la figura del príncipe azul.
Es la misma figura de ken para Barbie, o el Capitán para Pocahontas que, cuando las chicas llegan a la adolescencia asimilan al cantante, actor o deportista de moda, transformando esos elementos mágicos del príncipe azul en los elementos reales que pueden ver en un compañero o amigo. Un compañero, cuya conducta ella podrá cambiar, porque con un beso provocamos la metamorfosis del feo y asqueroso sapo en el valiente y protector príncipe. Sólo tenemos que amarlo, entregarnos por completo…el amor lo puede todo.
Por el contrario, el príncipe tiene que conquistar, ser valiente, decidido y osado…y mantener esa conquista “a toda costa”. Con los cuentos tradicionales sin querer hemos enseñado a los niños a conquistar y a considerar la conquista como un valor asociado a la hombría: cuantas más conquistas más hombre es. Y así son más valorados, tanto por los otros hombres como por las mujeres, pues una característica de cualquier príncipe azul es ser deseado por el resto de mujeres.
Parece, cuanto menos ruidoso, que enseñemos a nuestros hijos/as y alumnos/as estos modelos identificativos sin al menos introducir elementos críticos, que pongan en tela de juicio los valores que conllevan implícitamente. ¿Qué modelos de existencia se están ofreciendo cuando se contemplan sólo princesas hermosas, príncipes valientes, brujas malvadas y héroes, que lo son porque las destruyen?, ¿Van destinados a niñas que desobedecen y son castigadas como Caperucita, o a niños que, en cambio, se arriesgan y se convierten en hombres…?¿Con cuáles de estos personajes se identifican las niñas?, ¿Y los niños? ¿Qué es lo que ellos y ellas más valoran?

- Me hubiera gustado adjuntar las fotografías el mismo día del ensayo, por eso me estaba esperando al fin de semana, ya que voy a poder realizarlas en el escenario que he elegido. Pero no quiero retrasarme demasiado en enviarlo, asique aquí va un anticipo (el ensayo). Las fotografías las tendré para el sábado.

martes, 18 de mayo de 2010

viernes, 30 de abril de 2010

RIP. Diálogo de poéticas contemporáneas. III (segundo intento)

Los zapatos de mamá.

Los zapatos de Chema.



Cuando ha finalizado la clase de hoy me he quedado con la sensación de que a las propuestas que he realizado hasta ahora les falta un punto asl que aun no he podido llegar.
Cuando veo fotos como las hechas por Madoz pienso "cómo habrá sido capaz de llegar hasta ahí", y quizás sea esa presión por el "tener que llegar ahí" lo que me ha impedido expresarme como realmente quería.
No se si esta entrada tendrá menos valor o más que las ya subidas o las que quedan por subir. sólo sé que prefiero aprovechar la oportunidad de poder modificar mi trabajo a estancarme en un trabajo que no me convence.
Mientras venía en autobús hasta Motril, recordé una de las fotos de Chema, una acerca de unos zapatos anudados con los mismo cordones. Algo de uso diario se convertía en otra cosa sin utilidad. Su uso principal se veía alterado por el simple hecho de haber usado uno de sus elementos de forma totalmnete ilógica.

Inmediatamnete vinieron ami cabeza un par de zapatos d emi madre, que casualmnete se daban un aire a los de Chema.

El resto lo podeis imaginar "mirando" la fotografía.











Reflexión acerca del ensayo

Cuando se comentó en clase los proyectos que formaban la asignatura, la idea de la Igualdad de género fue lo primero que se pasó por mi cabeza, muy probablemente por las consecuencias que ha tenido en mí mi periodo de prácticas en la Concejalía de Igualdad.
El haber estado analizando conductas, respuestas, roles e imágenes durante este tiempo me ha AYUDADO a ver lo que me rodea con unas lentes especiales que ellas (mis compañeras) llamaban "gafas de género". Más que unas gafas, pienso que directamente he pasado a la operación de vista y ahora veo esos pequeños detalles por donde quiera que voy. Detalles que siguen marcando la diferencia entre el hombre y la mujer bajo el manto del consumismo.
Por ello he decidido enfocar mi ensayo a esos flashes que vamos absorviendo mientras damos un paseo, hacemos la compra o simplemente hablamos, mediente fotografías que reflejarán todo lo que esta "operación" me permite ver.